domingo, 13 de septiembre de 2009

Diapositiva

Resulta que cada vez que me son cambiadas las cifras me pongo mal genio. Año nuevo o cumpleaños. Cambian las cifras, pasan los días los años, los días de nuevo y los años otra vez, y continúa la reproducción constante de que me he equivocado: sigo en pie. Ni un accidente trágico, ni un atentado terrorista ni suicida, ni cataclismo. Nada de nada. Todas las noches antes de dormir pienso en mi tata, en mi tío, en el día que muera mi papá y aguanto la respiración: quizás esta noche sí logro controlar a ese que llaman eseenea. Pero nada. Nada pasa.
Y hoy es catorce: otra vez.

1 comentario:

Veka Lanh dijo...

A veces, frente al aburrumiento constante en que se convirtió mi vida luego de tres años de fosilización, pienso que mi vida sería más entretenida si tuviera un problema; algún transtorno alimenticio, algún drama amoroso, o no tan amoroso...no sé. La autodestrucción coquetea conmigo desde hace tiempo...yo no la miro, me hago la lesa.